Una vive en Cárdenas, la otra en La Habana. Son dos familias cubanas que no se conocen, pero a pesar de eso hay un poderoso vínculo de afecto que las conecta. Sus caminos se cruzaron por azar solo una vez, y de manera fugaz, hace varias décadas en la lejana Etiopía, marcada por las cicatrices de la guerra, aunque solo recientemente fueron conscientes de tal hecho
Etiopía
En la vieja cesta de mimbre está escrita una historia. Solamente los dedos de Veva, largos y expresivos, saben leer los recuerdos ocultos entre el tejido de fibras vegetales. Si la toca un extraño, la canasta, que trenzó algún anónimo artesano de África, guarda silencio. Al roce de las manos de su dueña responde abriéndose como un libro, cobra vida a la manera de un instrumento musical hecho siglos atrás para acompañar canciones al borde del desierto