José Agustín Caballero fue uno de esos hombres que inspiran; de los que esbozan un camino por donde otros se ven motivados a transitar incluso conociendo sus abrojos y empinadas cumbres. Por eso cuando partió a la eternidad aquel 6 de abril de 1835 ya había legado su sueño a dos ¨hijos¨ que sabrían continuarlo: Félix Varela y José de la Luz y Caballero.