Propiedad social, ¿qué es eso?
Ejemplo de ello ha sido la reanimación de la Calle Medio, donde se han abierto espacios destinados a la recreación y esparcimiento de los matanceros, con precios que aún distan de lo que puede permitirse la mayoría de los trabajadores, pero al menos ahí están.
No obstante, me llama sobremanera la atención que la principal arteria comercial de la urbe y otros espacios aledaños a ella, como el Paseo Peatonal de Narváez o la Plaza de la Vigía, sean blanco perfecto para la proliferación de indisciplinas sociales y actitudes poco cívicas a plena luz del día y a la vista de todos.
Por ejemplo, es frecuente observar personas maltratando los escasos cestos de basura situados en la Calle Medio, casi reservados exclusivamente a las dos primeras vías, o botando nailons, papeles, latas y otros desechos en cualquier parte, escudándose tras el hecho real de que no existen depósitos para tal fin.
Algo similar ocurre con quienes deciden sentarse de modo incorrecto en los bancos, ensuciándolos y contribuyendo a su deterioro gradual. Mención aparte merecen los que convierten cualquier esquina de esta arteria en urinarios públicos sin el más mínimo pudor o los que atentan de forma directa contra el patrimonio: tarjas, monumentos y otros ubicados en el centro histórico de la ciudad, que es a su vez Monumento Nacional.
Asimismo, en estos sitios han surgido otras indisciplinas como la circulación de motos, motorinas y vehículos ligeros por las calles adoquinadas, tanto de Medio como de Narváez, luminarias rotas, escritos en las paredes, música a altos decibeles en horarios no permitidos, comportamientos que distan mucho de la civilidad correspondiente.
Además de atentar contra el patrimonio material, tales conductas rompen con la armonía y la tranquilidad que debe acompañar a un ambiente cultural y patrimonial, donde convergen propuestas gastronómicas y culturales para el disfrute de los diferentes públicos.
El respeto a la propiedad social, un tema del que hace unos años atrás se hablaba con bastante frecuencia, incluso se impartía en las escuelas como parte de algunas asignaturas, ha quedado en el olvido. No solo teóricamente, sino también en la práctica.
A muchos se les olvida que es deber de cada ciudadano cuidar la propiedad pública y social, observar las normas de convivencia y cumplir los deberes civiles y sociales establecidos.
Claro, ello en gran parte se debe a que los mecanismos de control, imposición de multas y vigilancia activa no funcionan como deberían, ya sea por la falta de inspectores o por su escasa efectividad. Una figura indispensable como el guardaparques, tan útil en etapas anteriores, también ha desaparecido.
Sin embargo, creo que estos comportamientos tienen su raíz en la falta de educación y la pérdida de valores que se agudiza de forma feroz en nuestro país. En medio de una dura crisis económica seguimos teniendo muchísimas deudas pendientes como sociedad; una de ellas es la falta de exigencia y control, base para que siga entronizándose la indisciplina y el delito.