Por una CUBA SIN BLOQUEO
Con un total de 187 naciones a favor, la nada sorpresiva negativa de Estados Unidos e Israel y la abstención de Ucrania, la comunidad internacional ratificó por trigésimo primera ocasión su respaldo a la supresión del hostil bloqueo económico, comercial y financiero impuesto sobre nuestra Isla y que, a la larga, solo limita la interacción respetuosa y el diálogo constructivo entre dos países que comparten vecindario en el océano Atlántico.
Este vil acto de genocidio y laceración de los derechos humanos, con sesenta y un años en su haber, deviene una de las más poderosos artimañas del gigante norteamericano para socavar el progreso económico y social de Cuba.
La resolución presentada este año ante la Asamblea General de las Naciones Unidas recoge los daños provocados por la injusta política norteña entre el 1 de marzo de 2022 y el 28 de febrero de 2023, traducidos en la cifra de 4 867 millones de dólares y evidenciados en el recrudecimiento de las exportaciones cubanas; la persecución a las operaciones bancarias y financieras; y las limitaciones en cuanto a insumos, tecnologías, medicamentos, utensilios y demás elementos imprescindibles para el abastecimiento de la población; así como para el desarrollo cultural, deportivo e industrial del país.
Y aunque el Congreso de los Estados Unidos constituye el órgano facultado para la revocación de las legislaciones que lo sostienen, así como para el decreto de su fin, cabe destacar las amplias facultades ejecutivas del Presidente para desmontar sino todas, al menos la inmensa mayoría de limitaciones que integran esta medida coercitiva. Es una pena que, lejos de ello, se continúe incrementando la lista de estratagemas del gobierno estadounidense en pos de la inestabilidad socioeconómica de un país que, a pesar de los pesares, mantiene la búsqueda de alternativas como su sello identitario de resiliencia.
No somos pocos los que ansiamos una Cuba donde las brutales cadenas que la han mantenido forzosamente atada a la prepotencia y hegemonía de los Estados Unidos queden destrozadas, donde el acceso a la educación, la salud, la ciencia o la tecnología no cuesten la constante resistencia de su pueblo; una Cuba que pueda abrirse al mundo y mostrar los beneficios de contar con ella, que se alce con el apoyo de la comunidad internacional y cuya actual quimera de convivir mejor sin bloqueo, más que una ansiada bocanada de aire, se convierta en una manifiesta realidad.
