5 de mayo de 2024

Radio 26 – Matanzas, Cuba

Emisora provincial de Matanzas, Cuba, La Radio de tu Corazón

El tictac de las revelaciones

En general, tiempos, horarios… son asunto complejo sobre el que no está dicha la última palabra. Pero mientras las investigaciones en torno al tema continúan, y hasta se revierte el tiempo en un laboratorio, los cubanos, al amanecer del domingo, y sin mucha complicación, atrasaremos el horario de nuestros relojes una hora, para ahorrar y, quien no lo haga, quedará desfasado, fuera de tiempo.

Este domingo 5 de noviembre los cubanos, a la 01:00 de la madrugada, atrasaremos una hora los relojes para restablecer el horario normal en todo el territorio nacional, y así coincidir con los países del hemisferio norte.

Se trata, en nuestro caso, de una práctica que dio comienzo en 1928, aunque entonces no fue bien acogida y fue necesario desecharla al siguiente año para retomarla décadas después.

Es así que en esta Isla, el horario de verano adelanta una hora los relojes el último domingo de marzo, y el horario de invierno atrasa una hora el último domingo de octubre o en los inicios de noviembre.

El uso de un horario de verano y uno de invierno, para nosotros llamado normal, data del siglo XVIII, cuando una buena parte de los países del hemisferio norte optaron por hacer dos cambios de horario buscando contar con más horas de luz para un mayor ahorro de energía eléctrica.

Fue Benjamín Franklin, en 1784, cuando era embajador de los Estados Unidos en Francia, quien por primera vez propuso, en 1784, un cambio de horario para aprovechar la luz diurna, ahorrar velas, así como aceite para lámparas, y lo hizo saber en una carta al diario Le Journal de Paris.

Su iniciativa no contó con oídos receptivos, y tampoco otras propuestas que años después le siguieron.

Solo fue en 1916 cuando por primera vez se implementó el llamado horario de verano, y lo hizo Alemania, inmersa en la Primera Guerra Mundial.

Desde entonces, muchos países han adoptado dicha alternativa para aprovechar mejor la luz del día y así reducir el consumo de energía en hogares y empresas.


                                                                                                         Foto: tomada de humanidades.com 

En Estados Unidos, el horario de verano se implementó por primera vez en 1918, también como una medida de guerra, y se ha utilizado de manera intermitente desde esa fecha.

Otros países siguieron a Estados Unidos y dicho cambio de hora se regularizó en Europa en 1974, resultado de una Directiva Comunitaria creada al efecto durante el contexto de la Crisis del Petróleo.

Tiempos y relojes del mundo

Coordinar y sincronizar tiempos en el planeta es muy importante para todos los países, de ahí que se emplee la conocida como Hora Universal Coordinada (UTC por sus siglas en inglés), que garantiza uniformidad, entre otras cosas para que la meteorología acopie sus observaciones y datos, incluyendo lo obtenido mediante imágenes de satélite.

La Hora Universal Coordinada resulta así un estándar de tiempo global que sirve de referencia para la sincronización de relojes y la coordinación de eventos en todo el mundo, con independencia de la ubicación geográfica.


                                                                                                        Imagen tomada de American Geographical Society Library Digital Map Collection

Esta Hora Universal se basa en la rotación de la Tierra y es utilizada por científicos, navegantes, pilotos y otros profesionales que necesitan un estándar de tiempo común para realizar mediciones y cálculos precisos.

Además, la emplean los sistemas de comunicación y tecnologías modernas como la navegación por satélite y la sincronización de redes informáticas. Aunque algunos países utilizan su propia zona horaria, UTC es importante para evitar confusiones internacionales.

La historia detrás de la creación de UTC se retrotrae al siglo XIX, cuando se establecieron los primeros sistemas de tiempo global.

Antes de la creación de UTC, cada país o región utilizaba su propio sistema horario basado en su posición geográfica. Esto causaba problemas en la comunicación y en la coordinación de eventos a nivel internacional.

En 1884, se celebró la Conferencia Internacional del Meridiano en Washington D.C., donde se decidió adoptar un sistema horario estándar. Se estableció el meridiano de Greenwich, en Londres, como el punto de referencia principal para la medición del tiempo. Este meridiano se convirtió en el punto de partida para la división del mundo en zonas horarias.

                                                                                                       La Conferencia Internacional del Meridiano en 1884. Foto: tomada de geografiainfinita.com

Cuba se ubica, según recoge el sitio del Ministerio de Energía y Minas, «en una zona donde la diferencia es de -5 horas en el horario normal y -4 en el horario de verano, por el “adelanto” que hacemos cada segundo domingo de marzo.

«De esta manera, el mediodía en la Hora Universal Coordinada corresponde a las 7 a.m. en Cuba (8 a.m. en horario de verano). Sin embargo, un observador meteorológico, que como su homólogo cubano vaya a realizar una observación simultáneamente (exactamente a esa misma hora), lo hará a las 5:30 de la tarde, según su reloj».

El Tiempo, gigante misterioso

Pareciera lo más usual escuchar preguntas como ¿Qué hora es? o ¿Cuánto tiempo falta para…? Sin embargo, el concepto tiempo es entendido y expresado de maneras muy diferentes por las diferentes culturas.

Algunas conciben el tiempo desde una visión lineal, mientras otras lo hacen de una forma cíclica.

En la cultura occidental, por ejemplo, el tiempo, hasta ahora y tradicionalmente considerado lineal, se divide en pasado, presente y futuro. Calendarios y relojes facilitan medir su supuesto discurrir.

Las culturas precolombinas tenían una concepción cíclica del tiempo, condicionada por los patrones naturales repetitivos en su entorno, que les hacían ver al tiempo como un bucle, en el que se reiteraban una y otra vez acontecimientos como las lluvias y la seca, los días y las noches, las fases de la luna…

Culturas como la náhuatl y maya han entendido así el tiempo, y también otras. No olvidar a los griegos y su filosofía del «eterno retorno» (retomada por Nietzsche).

Los aborígenes australianos tienen una noción del tiempo llamada «tiempo del sueño» que no lo percibe lineal, sino como un continuo donde pasado, presente y futuro coexisten. Tal tiempo del sueño se vincula con historias y creencias ancestrales de esos aborígenes.

                                                                                                          Foto: EFE

El asunto ya no es de tictac

Muchos dicen que el tiempo no existe y que las unidades usadas para medirlo son solo convenciones pactadas a partir de la órbita y la rotación de la Tierra, pero sin valor fuera de nuestro planeta. Existen, asimismo, conceptos modernos del tiempo que no lo hacen depender de los movimientos terrestres.

También hay quienes aseguran que el tiempo está solo en la mente de cada cual, y, por tanto, hay un tiempo propio, percibido en dependencia del entorno y hasta de la subjetividad personal.

Tan variable y polifónica es la concepción del tiempo y los horarios, que en la Amazonia, la tribu Amondawa no dispone de una palabra para mencionarlo.


                                                                                                         Los Amondawa, la tribu «sin tiempo». Foto: Vera da Silva Sinha

Y mientras los Amondawa no cuentan de un vocablo para referirse al tiempo, quizás porque no lo necesiten, en otras latitudes del mundo se empeñan en crear relojes cada vez más precisos.

En el Sistema Internacional de Unidades, «un segundo es la duración de 9 192 631 770 oscilaciones de la radiación emitida en la transición entre los dos niveles hiperfinos del estado fundamental del isótopo 133 del átomo de cesio (133Cs), a una temperatura de 0 K».

Hasta ahora, el tiempo se ha medido —para decirlo de manera bien elemental— en base a la radiación del elemento cesio, pero el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) asegura haber creado el reloj atómico más preciso jamás hecho, con un desfase solo de una décima de segundo cada 14 mil millones de años.

Para ello, utiliza átomos de iterbio en vez de cesio.


                                                                                                         Foto: tomada de news.mit.edu

Componen a este «súper reloj» 350 átomos de iterbio. En vez de medir la oscilación aleatoria de los átomos, ese nuevo reloj atómico está diseñado para medir cómo 350 átomos de iterbio unidos entre sí por entrelazamiento cuántico interactúan; lo cual, apuntan, es imposible de conseguir con las leyes clásicas de la física.

El reloj que hasta ahora se consideraba el más preciso del mundo era el NPL-CsF2, construido por científicos del Laboratorio Nacional de Física de Reino Unido. Se trata de un reloj atómico de cesio que podría perder o ganar menos de un segundo en 138 millones de años.

Los descubrimientos de Albert Einstein revolucionaron en el siglo pasado el concepto del tiempo, al demostrar que este es relativo.

En febrero de este año, una nueva investigación, «Demostración de la inversión del tiempo universal para procesos cúbits», desarrollada por físicos de la Universidad de Viena y del IQOQI de Viena, consiguió la reversión del tiempo en el mundo cuántico.


                                                                                                          Imagen ilustrativa. Tomada de Pixabay

Dicho protocolo combina, por un lado, lo que se conoce a nivel teórico como rebobinado universal (rebobina el tiempo como si fuera una película), con una configuración óptica compleja, y demuestra, por primera vez experimentalmente, que es posible revertir los cambios temporales de un sistema cuántico.

Para ello, según explicaron, emplearon componentes de fibra óptica ultrarrápidos e interferómetros de espacio libre dispuestos como un interruptor cuántico.

Revirtieron así de manera exitosa la evolución temporal de un único fotón, sin saber cómo cambiaba en el tiempo, ni tampoco cuáles eran sus estados inicial y final.

Es apasionante, casi estremecedor, pero apenas inteligible para quienes no son entendidos en la materia.


                                                                                                          Ilustración: Martirena

En general, tiempos, horarios… son asunto complejo sobre el que no está dicha la última palabra. Pero mientras las investigaciones en torno al tema continúan, y hasta se revierte el tiempo en un laboratorio, los cubanos, al amanecer del domingo, y sin mucha complicación, atrasaremos el horario de nuestros relojes una hora, para ahorrar y, quien no lo haga, quedará desfasado, fuera de tiempo.

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