El Zar Rojo del puerto habanero
Los trabajadores portuarios de Cuba han de encontrar en Aracelio Iglesias Díaz un símbolo de rebeldía y liderazgo, no solo por su prestigio, responsabilidad y autoridad moral, sino también por su prolífico quehacer en pos del movimiento sindical cubano.
Este emblemático líder obrero nacido el 22 de junio de 1901 en la occidental provincia de Pinar del Río desde bien temprano estuvo vinculado a los trabajadores portuarios, empatizando con la precaria situación económica de estos y abogando por el mejoramiento de sus condiciones laborales.
Gracias a estas convicciones quedó electo secretario general del Sindicato de Estibadores y Jornaleros y de la Federación Obrera Marítima Local del Puerto de La Habana, así como miembro del comité ejecutivo de la Confederación de Trabajadores de Cuba y del Partido Comunista, logrando importantes aciertos como el establecimiento de las listas rotativas, el aumento de salarios y el descanso retribuido, entre otros.
Precisamente este incansable quehacer de Aracelio por el progreso de la clase obrera con una visión enteramente humanista, desinteresada y altruista tuvo en el imperialismo yanqui y los gobernantes de turno a sus principales detractores. No sorprende entonces la fuerte represión del presidente Ramón Grau San Martín hacia figuras como Jesús Menéndez y el propio Iglesias Díaz por la masiva aceptación y la capacidad de movilización con que ambos contaban.
Testigo de ello fue también Carlos Prío Socarrás, quien a partir de octubre de 1948 asumió la máxima dirección del país y, en medio de una discusión por mejoras salariales para los portuarios tuvo un encontronazo con Aracelio al preguntarle si se creía dueño de los muelles y, para su sorpresa, la enérgica respuesta no se hizo esperar y este último inquirió a su interlocutor (y no de la mejor manera posible) si acaso se creía dueño del país.
Tanto este incómodo momento como la efervescencia de sus ideales anticomunistas y su propósito de fortalecer la mano dura con los dirigentes sindicales motivaron a Prío a poner fin a quien significaba un obstáculo a sus intereses, materializando esta cruenta voluntad el 17 de octubre de 1948. Aracelio se encontraba entonces en el local del Sindicato de Obreros Portuarios cuando fue violentamente baleado y falleció al día siguiente en medio de una cirugía.
A 75 años de aquel crimen refulge el legado de este notable líder sindical portuario cuyo temple, valentía y sentido de la justicia aún despiertan la admiración de quienes orgullosos estudian y recuerdan la valía de su accionar.