28 de abril de 2024

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José Antonio Jesús del Carmen Echeverría Bianchi, ni muerto ni olvidado

Su casa natal convertida en Museo, lo recordará hoy con una muestra preparada por sus especialistas, con la que se rememorará su impronta y las acciones del 13 de marzo de 1957.

José Antonio Jesús del Carmen Echeverría Bianchi, ni muerto ni olvidadoCÁRDENAS.-Su nombre es José Antonio Jesús del Carmen Echeverría Bianchi y nació a las tres de la tarde del 16 de julio de 1932, en esra ciudad, y fue el primogénito de la familia.

Su casa natal convertida en Museo, lo recordará hoy con una muestra preparada por sus especialistas, con la que se rememorará su impronta y las acciones del 13 de marzo de 1957.

Cuentan los que lo conocieron que a pesar del asma practicó deportes como cualquier niño y tuvo sensibilidad para las artes. Muchos testimonios aseguran que era inquieto y travieso, y sin desbordes de rebeldía, no toleraba las injusticias. Así fue también durante su adolescencia, siempre rodeado de amigos, porque sabía cultivarlos.

La historia ha registrado la maravillosa sentencia de un guardaparque cardenense, quien conocía a José Antonio por sus andadas infantiles y sus nacientes muestras de gallardía. Cuentan que aquel señor manifestó en una ocasión que el niño tenía “un corazón de oro cargado de dinamita”.

Después de graduarse de Bachiller en Ciencias matriculó en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de La Habana. Pronto su activismo lo hizo notable. Su insaciable sed de justicia lo radicalizó y lo involucró en las luchas estudiantiles contra la corrupción en la Universidad, hasta que alcanzó la dirección de la Asociación de Alumnos de Arquitectura.

Las ideas de José Martí y el recuerdo de Julio Antonio Mella y Antonio Guiteras fortalecieron las bases de la formación de su pensamiento que mostró un profundo carácter antiimperialista y una elevada vocación de justicia social, como lo evidenció su militante solidaridad con la causa independentista del pueblo de Puerto Rico.

El golpe de Estado de Fulgencio Batista, el 10 de marzo de 1952 catalizó la radicalización del pensamiento revolucionario de José Antonio.

Echeverría fue uno de los firmantes de la Declaración de Principios de la Federación Estudiantil Universitaria, el 14 de marzo, donde el estudiantado se definió como “los abanderados de la conciencia nacional” que no acatarían nada fuera del himno, la bandera y el escudo nacionales, los símbolos mambises que contrapusieron al acto vil que cometieron los militares encabezados por el proyanqui Batista, a espaldas del pueblo, la Constitución y la República.

La lucha de la FEU experimentó desde ese momento un rápido proceso de radicalización que tiene su minuto de giro en enero de 1953 cuando elementos batistianos profanaron el busto erigido el 10 de enero en honor a Julio Antonio Mella, dirigente estudiantil, líder comunista y fundador de la FEU.

Las acciones del 13 de Marzo de 1957 fue una operación minuciosamente planificada. Durante varios meses se pulieron los detalles y se acopiaron las armas necesarias. El paso que se daría respondía a una concepción de lucha que establecía el “golpe arriba”, con el cual se lograría el ansiado apoyo al Movimiento 26 de julio que ya combatía en la Sierra Maestra.

El plan era atacar el Palacio Presidencial y ajusticiar al tirano, paralelamente se tomaría Radio Reloj, se difundiría la noticia y se haría un llamado al pueblo de Cuba para acelerar la lucha. El Estado Mayor del alzamiento se establecería en la Universidad de La Habana para coordinar las acciones y su continuidad después del asalto.

Es conocido el saldo de aquella hombrada. José Antonio casi fue obligado a dirigir la operación de Radio Reloj para evitar que fuera parte del comando que atacaría Palacio. Su alocución en la emisora llamando al pueblo a la lucha fue cortada, mientras que en Palacio el tirano logró salvar su vida huyendo cobardemente.

José Antonio, enardecido, regresó a la Universidad, un auto policial inesperadamente se cruzó en el camino, unos segundos antes o después no hubiera estado allí. Sin embargo, Echeverría no esperó, salió del auto, encañonó a los policías por la ventanilla y descargó una ráfaga. Hizo blanco, pero le responden. Cae y se levanta sobre sus rodillas. Le quedan fuerzas para empuñar un revólver y responder al fuego enemigo, cuando una ráfaga terminó con su vida.

Antes de partir para el combate, José Antonio escribió su testamento político, documento que confirma no solo la profundidad de sus convicciones, sino la infinita fe en la lucha y en la victoria.

Después de llamar a la unidad de la juventud y los estudiantes dijo: “Si caemos que nuestra sangre señale el camino de la libertad, porque tenga o no nuestra acción el éxito que esperamos, la conmoción que originará nos hará adelantar en la senda del triunfo”.

Este testamento político quedó eternizado en el conjunto escultórico localizado en el parque José Antonio Echeverría de esta ciudad que tuvo el honor de verlo nacer y donde descansan sus restos mortales en el camposanto local.

  • Radio Ciudad Bandera

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