Tres semanas atrás, cuando Arley Calderón fue por última vez a su natal San Juan y Martínez, en Pinar del Río, le prometió a su familia y amigos una medalla panamericana, aunque no sabía el color. Ellos, confiados, le dijeron que sería de oro. Pero Arley no quiso “soñar tan alto” y les contestó que esperaran lo mejor de él.