El precio de la libertad: la tragedia del 30 de junio de 1957

La dolorosa connotación de los eventos acaecidos el domingo 30 de junio de 1957 en Santiago de Cuba aún provoca consternación en una Isla que perdió en aquella jornada a tres de sus más abnegados hijos.
Con la intención de socavar el creciente accionar que manifestaba entonces la lucha urbana armada en el país, prepotentes y arbitrarios, los esbirros de la tiranía masacraron a los jóvenes Josué País García, Floro Vistel Somodevilla y Salvador Pascual Salcedo, pertenecientes al Movimiento Revolucionario 26 de Julio.
Empecinado en perpetuar su estancia en el poder y menguar, a ojos públicos, tanto el repudio popular a su mandato, como el fervor insurrecto que se gestaban en la nación, Fulgencio Batista organizó un mitin junto a sus compinches aquella tarde dominical en el parque Céspedes de la ciudad, cuyos alrededores atestó con los miembros de su cuerpo represivo para evitar cualquier posible inconveniente.
Pero el movimiento rebelde no iba a quedarse de brazos cruzados y, pese al riesgo que corría Frank País, por su condición de jefe de la resistencia clandestina antidictatorial, Josué, su hermano menor, seguiría sus órdenes por la radio para hacer pequeñas explosiones y actos de repudio en otras zonas de la urbe.
La señal no fue recibida por Josué, quien aun así salió junto a sus camaradas Floro y Salvador en un vehículo que, tras una atroz persecución, fue interceptado en la esquina de las calles Martí y Crombet y dentro del cual los compañeros de País García fueron acribillados. Él, por su parte, herido de gravedad, fue llevado a otro auto donde un disparo en la sien, por órdenes del homicida José María Salas Cañizares, puso fin a su existencia.
Apenas 19 años tenía el retoño de Francisco País y Rosario García y 23 sus compañeros de bregar revolucionario, Vistel Somodevilla y Pascual Salcedo, quienes, no dudaron ni un segundo en sacrificar sus vidas para poner fin al despótico y criminal régimen batistiano y cuyo legado sigue siendo recordado con profundo respeto y admiración por el pueblo cubano, cuando suman casi siete décadas de la fatídica jornada en que perecieron por el porvenir de la Patria.