Rubén Darío Salazar más allá del tiempo
Hay artistas que se rebelan ante el acompasado ritmo del tiempo y logran colmar de belleza creativa los escenarios, las redes sociales, la radio y la televisión de una manera prodigiosa. Ese elegido entre millones es el dramaturgo Rubén Darío Salazar Taquechel, Premio Nacional de Teatro, quien vive en Matanzas desde hace más de 30 años, tierra donde festeja su aniversario 60 este 27 de abril.
Y vale la fecha, importante en su madurez, para este incansable promotor de la cultura nacional, que ostenta la responsabilidad de dirigir desde su fundación a la prestigiosa agrupación Teatro de las Estaciones, al Guiñol Nacional en el presente y ser el coordinador en Cuba de la Unión Internacional de la Marioneta (UNIMA).
Al graduarse del Instituto Superior del Arte, sus inicios como actor del grupo Papalote, de 1987 a 1996, bajo la égida del maestro René Fernández Santana, Premio Nacional de Teatro, resultaron cardinales en su formación, como el mismo Rubén ha confesado, así como su alianza indisoluble con el diseñador y artista visual Zenén Calero Medina, también Premio Nacional de Teatro, para orgullo de la Atenas de Cuba.
Por sus dotes periodísticas y literarias, su visión más allá de los límites de un tablado, ha extendido su obra multipremiada a las plataformas digitales y a la materialización de espacios radiales y televisivos, cuya cubanía rebasa las primicias de su origen santiaguero.
Logro suyo ha sido el encumbrar en el corazón de los niños cubanos y de otros países al títere Pelusín del Monte, personaje de la inolvidable escritora Dora Alonso, a deidades del panteón yoruba, a figuras célebres del arte y la literatura nacional e internacional, con la combinación de música, danza, poesía y artes visuales, en un derroche refinado de colorido y sonoridad.
Matanzas se siente agradecida por contar con Rubén Darío Salazar Taquechel entre sus hijos predilectos, entre los intelectuales más agudos y fieles a la Patria, exponente de una ideología donde el ser humano deviene lo más trascendente, al cultivar valores en los que el bien y el mejor hacer son virtudes del día a día. No existe cansancio, ni dificultad que impidan el alumbramiento feliz de su obra.
Así es Rubén Darío, cálido y sonriente, atrevido y exigente, capaz de las mayores empresas en favor del arte cubano, respaldado por un gran colectivo, bautizado con su sabiduría y señorío, que él ha sabido acunar y lanzar al vuelo.
APUNTES DE SU TRAYECTORIA
Fundador y director general del Teatro de las Estaciones, agrupación titiritera de Matanzas de intensa trayectoria creativa. Licenciado por la Facultad de Artes Escénicas del Instituto Superior de Arte (ISA) de La Habana en la especialidad de actuación en 1987. Pondría al teatro de títeres en sitial de honor. No podía ser de otra manera cuando el pequeño no desperdiciaba una oportunidad para soñar sumido en la mágica y deliciosa oscuridad del Guiñol de Santiago de Cuba, perfecta para dialogar con fantásticos muñecos que, pensaba, le hablaban solo a él.
Matriculó la carrera de Periodismo en la Universidad de Oriente, pero pronto comprendió que se trataba de un breve «receso». Inmediatamente se incorporó al colectivo que en aquel plantel conducía Roberto Sánchez, director de teatro de títeres, el impulso que le faltaba para acabar en el Instituto Superior de Arte y convertirse en un aplicado alumno de Ana Viñas, cada vez más aferrado al teatro de figuras.
El apoyo lo encontró en la magnífica narradora oral y profesora de teatro para niños, Mayra Navarro. «Ella me dijo: “Lo que te gusta tiene su historia, lo que te gusta tiene su valor, lo que te gusta ha recorrido un camino que vale la pena. ¿Lo quieres recorrer tú? Pues venga, yo te ofrezco mi mano”. Y, entre muchas otras instituciones, la maestra me introdujo en Teatro Papalote», comenta Darío Salazar, fundador, junto a muchos amigos, del emblemático Teatro de Las Estaciones.
Inicia su carrera profesional en 1987 en Matanzas, como miembro de Papalote. Como aficionado, estuvo vinculado a la radio, la televisión y el teatro en Santiago de Cuba desde los nueve años. «Durante doce años hice en Papalote todo lo que tenía que hacer. Y aunque ya poseía inquietudes, sentía que no estaba listo para dirigir teatro de títeres. Así que esos años junto a René me los tomé como un postgrado de dirección artística de teatro de títeres; responsabilidad que asumí cuando estuve consciente de que podía lanzarme en esa empresa».
Profesor Auxiliar de Análisis de Dramaturgia para niños y jóvenes en el ISA. Miembro de la comisión nacional de evaluación y del Consejo Nacional de Expertos en teatro para niños y jóvenes y miembro del Consejo Asesor del Teatro Sauto.
Realizó su Trabajo de Diploma en 1988 con el grupo Papalote con la obra Okin, pájaro que no vive en jaula, que representó a Cuba en el evento de escuelas titiriteras en Yugoslavia y obtuvo numerosos reconocimientos y valoraciones de la critica especializada en las más prestigiosas publicaciones de Cuba y el mundo. A partir de este momento participa en varias de la obras de Papalote, en esa etapa casi siempre en los personajes protagónicos, con las cuales representó al colectivo en eventos de la especialidad en Cuba y el mundo, como el de Charleville Mézieres, en Francia. Obtuvo diversos premios como actor siendo reconocido como una de las más destacadas figuras del teatro para niños en Cuba.
En 1994 comienza sus primeros espectáculos del colectivo que luego fundaría junto al diseñador Zenén Calero, Teatro de Las Estaciones con sede en el Sauto y representaciones variadas muy ligadas a las estaciones del año. En julio de 1995 de nuevo en el Teatro Sauto estrena su primera obra como director, con el unipersonal interpretado por la actriz Marién Padrón: Lo que le pasó a Liborio, que años más tarde volvería a dirigirle a Fara Madrigal.
Durante estos años, con ese colectivo ha alcanzado numerosos reconocimientos de la critica y el publico en los más importantes eventos nacionales, destacándose su labor como director, llevando a escena textos clásicos titiriteros de Javier Villafañe, Federico García Lorca, Dora Alonso, Modesto Centeno, con versiones de su autoría o con la colaboración del critico y dramaturgo Norge Espinosa.
Ha dirigido también espectáculos musicales, galas y actividades de inauguración. Ha viajado por Rusia, Yugoslavia, México, Francia, Suecia, Colombia, Italia y España, país en el que ha actuado numerosas veces en giras por diversas zonas del territorio, y los Estados Unidos.
Ha promovido desde su colectivo y la galería El Retablo numerosos eventos, jornadas y homenajes de gran trascendencia en la vida cultural de la ciudad y de la escena cubana, entre los que sobresale la de Clásicos en la Escena del Teatro para Niños en Cuba, el inolvidable homenaje a Carucha Camejo en Sauto, entre otros.
Estudioso de la vida y obra de los hermanos Camejo, de la dramaturgia cubana para niños, de la figura de Dora Alonso, la que se ha encargado de estudiar y promover con actividades, homenajes, la puesta en escena de su obra y la realización de documentales históricos. Editor del boletín La Mojiganga hasta 1995; director y editor del anuario Manitas en el Suelo, fundado por él y Zenén Calero en 1999. Antologador de Pelusín del Monte, recopilación de tres obras de Dora Alonso sobre el títere nacional y de la antología de dramaturgos matanceros para niños Tin Tin Pirulero, de la cual también escribió el prólogo y las notas al programa.
Ha sido guionista y promotor de los documentales Retablo para un niño solo, dedicado a los 20 años de vida artística de Zenén Calero; de La magia de la ternura, sobre Dora Alonso y el títere nacional; y de Monseñor Guiñol en Matanzas, sobre la historia del teatro de títeres en la ciudad; y de espacios de la radio y televisión cubanas. Asiduo colaborador de publicaciones especializadas como Tablas y Conjunto. Ha publicado también en La Revista del Vigía, Matanzas, La Gaceta de Cuba y en la prensa provincial.
Ha sido ponente en diversos eventos teóricos sobre la especialidad como el Yorik, del Taller de Títeres de Matanzas. Ha impartido numerosos talleres y conferencias sobre diversas temáticas relacionadas con el arte de la figura animada, que van desde la animación, el acontecer nacional e internacional del títere. Ha fungido como moderador en mesas redondas sobre la especialidad titiritera.
Fue presidente de la sección de Artes Escénicas de la Asociación Hermanos Saíz (AHS). Miembro de Honor de la AHS. Miembro de la UNEAC. Posee la Distinción por la Cultura Nacional.