6 de febrero de 2025

Radio 26 – Matanzas, Cuba

Emisora provincial de Matanzas, Cuba, La Radio de tu Corazón

Rubén Martínez Villena, revolucionario y poeta de todos los tiempos

"Hace falta una carga para matar bribones,/ para acabar la obra de las revoluciones,/ para vengar los muertos que padecen ultraje,/ para limpiar la costra tenaz del coloniaje/ para no hacer inútil, en humillante suerte,/ el esfuerzo y el hambre, y la herida y la muerte..."

Rubén Martínez Villena tuvo una participación importantísima en la actividad política contra la dictadura de Gerardo Machado. Entre sus actos de valentía y entrega a la causa de Cuba se encuentra su participación en La Protesta de los Trece, que puso de relieve su figura de revolucionario comprometido contra la corrupción imperante.

Fue de los mejores autores de su época, sin embargo, renunció a escribir poesía para entregarse completamente a la lucha revolucionaria. “…mis deberes como cubano están por sobre todo. Creo que el hombre se debe primordialmente a la patria y a la madre.”

Desde muy joven Villena demostró habilidades para la literatura. Escribió sus versos iniciales a los once años. La década de los años 20 del siglo pasado fue la época en que, según dijo su amigo y biógrafo Raúl Roa García, cristaliza «en arrebatados sonetos su fogoso patriotismo, por ejemplo en Jimaguayú, Máximo Gómez y El rescate de Sanguily.

Marchaba lento el escuadrón riflero:
ciento veinte soldados de la España
que llevaban, cual prueba de su saña,
a Sanguily, baldado y prisionero.

Y en un grupo forjado por Hornero,
treinta y cinco elegidos de la hazaña,
alumbraron el valle y la montaña
al resplandor fulmíneo del acero.

Alzóse un yaguarama reluciente,
se oyó un grito de mando prepotente
y un semidios, formado en el combate,

ordenando una carga de locura,
marchó con sus leones al rescate
iy se llevó al cautivo en la montura!

Su obra incluye varias manifestaciones de la prosa, aunque sus mayores aportes se aprecian en el universo poético, en el que tuvo una breve, pero fecunda vida.

La primera se circunscribe a artículos periodísticos que critican, en lo esencial, la realidad de la época y atacan, con ironía y un adecuado uso de los recursos literarios, los males que afectaban a la República Plattista en la que había vivido desde su niñez y la situación de la clase obrera latinoamericana y mundial.

Sus artículos periodísticos, escritos entre 1917 y 1933, muestran una conciencia madura y férrea, una fina y excelsa cultura, una voluntad de lucha inigualable y asombrosa para un hombre que sabe que moriría debido al estado tan avanzado de su enfermedad. En su ensayo Cuba, factoría yanqui, dejó a un lado la poesía y lejos de todo adorno desplegó una denuncia candente.

Otra parte de la obra de Villena llegó al público después de su muerte, en cartas personales cargadas de lirismo, pesadumbre, alegría o frustración, valor o miedo; poesías que lo humanizan, desde el fino humor y el profundo amor que contienen, sus aspiraciones y esperanzas.

Antes de formarse como abogado en 1922, ya hacía mucho tiempo que escribía versos; a los 21 años tenía una obra reconocida en la que se entremezclan el tema amoroso: Declaración, Celos eternos, El rizo rebelde y Soneto; filosófico: Peñas arriba, los sonetos de Sinfonía urbana; y patriótico: El rescate de Sanguily, 19 de mayo, Máximo Gómez.

Te vi de pie, desnuda y orgullosa,

y bebiendo en tus labios el aliento,

quise turbar con infantil intento

tu inexorable majestad de diosa.

Me prosternó a tus plantas el desvío,

y entre tus muslos de marmórea piedra,

entretejí con besos una hiedra

que fue subiendo al capitel sombrío.

Suspiró tu mutismo brevemente

cuando la sed del vértigo ascendente

precipitó el final de mi delirio;

y del placer al huracán temiendo,

se doblegó tu cuerpo como un lirio

y sucumbió tu majestad gimiendo.

Padeció los desvaríos de toda índole heredados de los primeros veinte años de una República asfixiada y de los trastornos de posguerra y percibió la necesidad de un salto cualitativo que el gobierno de Alfredo Zayas, ni el de Machado después, proporcionarían.

La etapa que se extiende entre 1923 y 1928 fue la más fecunda desde el punto de vista lírico, asociada asimismo a la toma de conciencia política y a la adopción en ambos aspectos de una posición activa y transformadora de su realidad, en la misma se convierte decisivamente en un poeta militante, pero ello contribuye a fecundar su poética en este sentido; la labor creativa y política constituyen un binomio simbiótico que incrementa sus potencialidades en ambas esferas.

Escrito en 1922, pero con un aliento ya correspondiente a esta etapa por la selección del tópico y la desacralización del propio evento de la muerte, Canción del Sainete Póstumo se inscribe en los albores de la vanguardia por su sustancia, aunque no se base en la experimentación versal y tipográfica típica de este movimiento artístico.

Yo moriré prosaicamente, de cualquier cosa

(¿el estómago, el hígado, la garganta, ¡el pulmón!?),

y como buen cadáver descenderé a la fosa

envuelto en un sudario santo de compasión.

 

Aunque la muerte es algo que diariamente pasa,

un muerto inspira siempre cierta curiosidad;

así, llena de extraños, abejeará la casa

y estudiará mi rostro toda la vecindad.

 

Luego será el velorio: desconocida gente,

ante mis familiares inertes de llorar,

con el recelo propio del que sabe que miente

recitará las frases del pésame vulgar.

 

Tal vez una beata, neblinosa de sueño,

mascullará el rosario mirándose los pies;

y acaso los más viejos me fruncirán el ceño

al calcular su turno más próximo después.

 

Brotará la hilarante virtud del disparate

o la ingeniosa anécdota llena de perversión,

y las apetecidas tazas de chocolate

serán sabrosas pautas en la conversación.

 

Los amigos de ahora —para entonces dispersos—

reunidos junto al resto de lo que fue mi «yo»,

constatarán la escena que prevén estos versos

y dirán en voz baja: —¡Todo lo presintió!

 

Y ya en la madrugada, sobre la concurrencia

gravitará el concepto solemne del «jamás»;

vendrá luego el consuelo de seguir la existencia…

Y vendrá la mañana… pero tú, ¡no vendrás!…

 

Allá donde vegete felizmente tu olvido

—felicidad bien lejos de la que pudo ser—,

bajo tres letras fúnebres mi nombre y mi apellido,

dentro de un marco negro, te harán palidecer.

 

Y te dirán: —¿Qué tienes?… Y tú dirás que nada;

mas, te irás a la alcoba para disimular,

me llorarás a solas, con la cara en la almohada,

¡y esa noche tu esposo no te podrá besar!…

El poema representa la nueva actitud vital que adoptaría Villena, donde el sentimentalismo ha dado paso a una cosmovisión signada por la ironía, la sublimación a través del humor de cierto desencanto.

Todos estos textos resaltan simultáneamente al hombre al desnudo, y al revolucionario intransigente, ya que van desde la satírica burla de algo tan temible como la muerte, hasta la crítica sesuda de la realidad social.

La crítica cubana no le ha hecho la justicia que merece al hombre de quien Cintio Vitier valoró que como poeta, «fue uno de los temperamentos más penetrantes de su período», y señaló entre sus características, «la ironía sentimental, un lánguido y morboso pesimismo, cierta agudeza lírica y metafísica y la inflexión y el fuego, de los Versos libres de José Martí”.

Como poeta, lo define esa línea cáustica, ese intento de innovación formal que transita de un intimismo romántico a la conciencia de lo cotidiano y el desencaje del poeta en su medio que el modernismo expresa, y de este a la fuerza y expresividad del vanguardismo. Y fue de su muerte el 16 de enero de 1934, sarcástico y crudo previsor.

Literato y guerrero. Abogado y comunista. Enamorado y lúcido. Hombre de su tiempo, y del mío. A Rubén Martínez Villena le bastaron 34 años para alcanzar la inmortalidad.

Hace falta una carga para matar bribones,

para acabar la obra de las revoluciones,

para vengar los muertos que padecen ultraje,

para limpiar la costra tenaz del coloniaje,

para no hacer inútil, en humillante suerte,

el esfuerzo y el hambre, y la herida y la muerte;

para que la República se mantenga de sí,

para cumplir el sueño de mármol de Martí;

para que nuestros hijos no mendiguen de hinojos,

la patria que los padres le ganaron de pie…

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