José de la Caridad Méndez. Recuerdos de un amigo
En el año 2006 se hizo justicia con Méndez, cuando, a pesar de no haber jugado en las Grandes Ligas estadounidenses, fue electo al Salón de la Fama de Cooperstown por el Comité de Ligas Negras.

Abelardo “Sambilla” Casañas fue un destacado beisbolista de la ciudad de Cárdenas de principios del siglo XX, quien dio sus primeros pasos en este deporte junto a José de la Caridad Méndez, apodado, posteriormente, en el mundo beisbolero –por su gran calidad– como El Diamante Negro.
A Casañas lo conocí cuando ya superaba los 85 años de edad. Laboraba aún en el mantenimiento de las instalaciones deportivas del Instituto José Smith Comas, de la Ciudad Bandera, a pesar de cojear de su pierna izquierda, según me contó: “por la cantidad de golpes recibidos al deslizarme en las almohadillas en mis más de 20 años como jugador”.
En aquella oportunidad lo vi ayudar a los entrenadores del área deportiva, “fongueando” y dando instrucciones a los estudiantes jugadores que competirían en los Juegos Escolares Municipales. Cuando terminó la jornada de preparación, lo invité a sentarse en las pequeñas gradas de la instalación, porque me interesaba conversar sobre su amistad con El Diamante Negro. Con entonación acompasada, me dijo:
–Con mucho gusto. Méndez era tres años mayor que yo, pero siempre nos llevábamos muy bien. Por medio del béisbol nos hicimos grandes amigos. Conocí a su querida madre, Manuela, quien lo crió con mucha disciplina y cariño. Por cierto, los apellidos de quien sería una de las glorias del deporte cubano, son los de ella, ya que su padre no lo reconoció.
Aunque no pudo acompañar a Méndez en el béisbol profesional cubano, Casañas poseía condiciones sobresalientes como jardinero, buen bateador zurdo y corredor rapidísimo. Llegó a jugar en el renombrado equipo Estrellas de Cárdenas; en la zona oriental, con el Central Cunagua; en el Santa Clara, junto a Alejandro Oms y Leocadio Guillén;
en Matanzas, donde compartió equipos con figuras reconocidas como Paco Luján, Juan Villar y Abraham Tolosa. En Estados Unidos jugó poco en las pre Ligas Negras, debido a las lesiones de sus piernas.
en Matanzas, donde compartió equipos con figuras reconocidas como Paco Luján, Juan Villar y Abraham Tolosa. En Estados Unidos jugó poco en las pre Ligas Negras, debido a las lesiones de sus piernas.
También, fue coach y entrenador del famoso equipo Ron Havana Club, que patrocinaba la industria cardenense Arechabala. Su avanzada edad no era obstáculo para recordar grandes momentos del deporte y principalmente, de Méndez, su ¡mejor amigo¡ como llamaba:
–José María, le decíamos El Congo –después vino lo de la Caridad, parece que sonaba más bonito para la prensa– siempre fue afable y muy querido en el barrio, nos relacionábamos como hermanos. Él vivía en la calle San Juan de Dios entre Obispo y Princesa. Puedo decir que desde niño amaba el béisbol. Jugábamos en el terreno llamado Fundición y a los trece años ya competía con los hombres de La Marina. Lo mismo defendía el campo corto, que segunda o lanzaba. Por esos años 1904 a 1906, formaba parte del equipo llamado La Majagua y yo lo hacía con el Vencedor, de categoría algo menor. Ya con 15 años nos ayudaba en las prácticas y nos enseñaba las técnicas que aprendía con los peloteros más experimentados de la ciudad.
¿Dicen que tenía una gran velocidad?
–Oiga era super rápido, con una curva tremenda. Los únicos receptores que le aguantaban la velocidad en Cárdenas, eran Florencio San Martín e Ignacio Barreras. Nosotros para batearle en las prácticas resultaba difícil, por lo que nos lanzaba más suave. Yo creo que lo más importante que tenía era su control. Aquí en la Fundición lo vieron y lo contrataron para jugar en Remedios y fue allí donde Marsans y Royer, lo recomendaron al Almendares. Con los Alacranes comenzó en 1908 la fama, extendida después a los Estados Unidos, donde jugó y dirigió en las Ligas Negras. No pudo mostrar su calidad en las Grandes Ligas, que entonces era solamente para blancos, pero le aseguro que hubiera sido igual o mejor que ellos.
¿Enfrentó usted a Méndez en un encuentro oficial?
–Jugué dos veces frente a mi amigo. En uno, fallé cuatro veces, con dos ponches y en el otro logré pegarle un hit. Ya en 1925, cuando comenzó a declinar su potente brazo derecho, lo traje dos veces a jugar del Central Guipúzcoa, de Martí, donde le rindieron un gran homenaje. Cada vez que regresaba del extranjero y venía a Cárdenas, nos encontrábamos y hablábamos de sus éxitos. Lamento no haber ido a su sepelio en La Habana, el 31 de octubre de 1928, nos enteramos muy tarde.
Años después de esta conversación en el terreno de béisbol del Instituto de Cárdenas, lo visité en su hogar y pude apreciar su amplio
archivo dedicado a este deporte y donde ocupaba un espacio especial la vida estadística de su amigo, José de la Caridad Méndez, El Diamante Negro.
archivo dedicado a este deporte y donde ocupaba un espacio especial la vida estadística de su amigo, José de la Caridad Méndez, El Diamante Negro.
Abelardo Casañas falleció a los 95 años, rodeado del cariño de sus familiares y amistades. Lamentablemente no pudo conocer que en el año 2006 se hizo justicia con Méndez –por sus méritos–, cuando, a pesar de no haber jugado en las Grandes Ligas estadounidenses, fue electo al Salón de la Fama de Cooperstown por el Comité de Ligas Negras. Eso hubiera sido otro gran orgullo para Casañas.