Jovellanos y sus terrenos de béisbol

El actual municipio matancero de Jovellanos tuvo su primer asentamiento en un antiguo corral llamado Bemba, en el año 1842, según algunos registros. En 1870 tomó su nombre actual, en honor al escritor español Gaspar Melchor de Jovellanos y recibió la condición de villa.
Para finales del siglo XIX, señala un informe del gobierno local, Jovellanos era una rica zona agrícola, que tenía un activo comercio y desde mediados del siglo XX llega a convertirse en un pueblo industrial con varios talleres y fundiciones, medianas empresas y fábricas, así como cuatro ingenios azucareros en su territorio, además de planta eléctrica y acueducto.
De 1860 a 1890 el territorio va adquiriendo un buen desarrollo cultural y necesidad informativa, debido al desarrollo vertiginoso alcanzando. En esa etapa existían más de siete publicaciones o boletines y ya en el siglo XX circulan en la localidad hasta 1956 otros seis periódicos, sin contar los de carácter nacional.
En cuanto al béisbol, los primeros pasos aparecen en la zona entre 1886 y 1890 sin documentación oficial de sus primeros equipos, sin terrenos para practicarlo, sólo en los placeres.
Por los inicios del siglo XX se reconocen, según declaraciones de algunos veteranos amantes de este deporte, que existían terrenos a la salida hacia Perico, al lado de donde radica la Terminal de Ómnibus; en la finca de los Martínez, hoy reparto Horacio Rodríguez; La Fruta Bomba, en el reparto La Luisa y en la calle José Martí, esquina a 20, donde se encuentra actualmente el Servicentro de Jovellanos. Este fue el último estadio en que se jugó hasta 1951. Hubo algunos más, pero estos eran los más nombrados.
Tampoco había quien dirigiera el deporte, ni Ejecutivos que se hicieran cargo de las competencias, por lo que muchos jóvenes lidiaban en los llamados placeres o en los terrenos de los centrales próximos a Jovellanos y en cualquier lugar que los invitaran.
Para 1940 era más clara la necesidad de poseer una Liga propia y un estadio con las condiciones para practicar este deporte y desarrollarlo. En 1942, la prensa provincial (radial y escrita), se hace eco del reclamo de UN ESTADIO PARA JOVELLANOS, lo que parece no fue bien recibido por las autoridades y hubo que esperar casi diez años más para que se cumpliera el viejo anhelo de los aficionados.
En el municipio comenzaron a darse a conocer beisbolistas de calidad desde los primeros años del siglo XX, que competían en los centrales Dolores o Soledad, los más cercanos a la localidad, o en otros conjuntos como el famoso Cuba, de Pedro Betancourt, fundado en 1926.
Entre aquellos bisoños se encontraba un jardinero de fuerza al bate de apenas 16 años de edad llamado Alberto Marcial Hernández Gómez, apodado “Sagüita”, quien se convertiría en uno de los peloteros más populares en nuestro país por sus hazañas con el equipo Habana, de la Liga Profesional Cubana.
De 1930 a 1940, el béisbol seguía siendo el preferido por los jóvenes del territorio, que llegaron a tener equipos en la cabecera municipal, en representación de fábricas, fundiciones y realizaban torneos libres locales con otros de las zonas cercanas: central Soledad, en el poblado de Carlos Rojas, junto al caserío de San Joaquín, y Coliseo, con sus centrales Carolina y Santa Amalia, entre los más nombrados.
Al surgir la Liga de Pedro Betancourt, en 1944, algunos de estos conjuntos o muchos de los jugadores pasaron a formar parte de diferentes equipos en el fuerte torneo.
No es hasta 1949, con el inicio de la Liga Invernal de Béisbol Amateur de Jovellanos, conocida popularmente por la Liga de Sagüita, como reconocimiento a su creador, hijo ilustre de este pueblo, Alberto Hernández Gómez, es que comienzan a trabajar en la construcción de un estadio con condiciones, que sirviera de sede a este certamen que tuvo gran acogida por la afición local y que se extendió rápidamente a toda la provincia de Matanzas.
El tercer Campeonato de la Liga Invernal de Béisbol Amateur de Jovellanos comenzó el día 15 de julio de 1951, ya en el nuevo estadio, ubicado en las áreas del reparto La Luisa, próximo al conocido terreno de La Fruta Bomba, donde se jugó mucho béisbol de carácter popular desde los años iniciales del siglo XX.
El primer juego que acogería la instalación fue entre los equipos Jovellanos y el Nueva Aurora, de Colón, choque que se extendió a diez entradas y finalizó con triunfo de una carrera por cero a favor de los colombinos.
Según la crónica aparecida en el periódico municipal Opiniones, “fue un tremendo duelo de lanzadores entre el visitante Humberto Pedroso y el local Ramón Rodríguez, conocido por «Bragañita», que contó con el brillante trabajo arbitral de Amado Maestri y la anotación certera del joven Elito Rodríguez. La afición jovellanense, disfrutó de lo lindo el juego y marchó hacia sus hogares satisfecha por lo bello y funcional de su nuevo estadio”.
Al fin lograba Jovellanos contar con una instalación con buenas condiciones para el desarrollo de este deporte: terreno de juego con las medidas reglamentarias, cerrado con cercas de canto, dogouts
para cada equipo y una moderna pizarra de anotación pintada de negro y ribeteada en blanco, señalando en su parte más alta: Estadio Saguita Hernández.