Cayo Piedra, una finca circular
PERICO.- En el curso natural de la vida casi todo es aprovechable. Todo sirve para algo, hasta los residuos, aunque muchas veces, sin saberlo, por salir del paso, no hacemos ningún esfuerzo para echar mano a los desperdicios.
De un modo espontáneo, cuando la vaca expulsa los excrementos en el potrero, estos se incorporan al suelo y contribuyen con el cierre de los ciclos de los nutrientes y el mejoramiento de la calidad del suelo y del pasto.
Viene a ser algo así como el sistema de aporte natural del animal en su relación con la naturaleza, explica el doctor Giraldo Martín Martín, investigador de la Estación de Pastos y Forrajes Indio Hatuey, primera institución científica del sector agropecuario, fundada por Fidel en 1962.
Sin embargo, cuando el animal está en el establo, con frecuencia la respuesta del vaquero es recoger esas deposiciones y colocarlas en determinado lugar, sin darle valor de uso, con lo cual desperdicia ese recurso disponible en su finca.
Ahora bien, si las ubica en un biodigestor o en un banco de compostaje, entonces esas excretas adquieren una nueva valía. Sucede cuando la inteligencia pone las cosas en su puesto, y no hay que ser sabio para darse cuenta de su ganancia.
Esta simple «lógica casera» la explica con precisión Giraldo Martín, para traducir lo que significa la agricultura circular, un proceso siempre con las puertas abiertas y en el que todo tiene remedio.
Esa es la agricultura circular, insiste, «aquella que utiliza con eficacia todos los recursos disponibles, elimina al máximo los residuos y los que son subproductos de procesos los reincorpora como parte de los insumos del mismo o de otro proceso».
EL VALOR DE LO INSERVIBLE
A los pocos minutos de llegar y fijar la vista en los sembrados, uno presiente que allí, en la finca Cayo Piedra, en el municipio de Perico, pasa algo que no es habitual en nuestros campos.
Se trata, al parecer, de la manera en que tratan el suelo, sin someter a la naturaleza. El campesino Fernando Donis y su familia, con más astucia e ingenio que otra cosa, logran una producción sostenible en alrededor de 40 hectáreas de tierra, con altos rendimientos y sin el empleo de insumos químicos.
En tierras degradadas con anterioridad, debido al empleo intensivo del cultivo de la caña, este ingenioso campesino logra altos volúmenes de frijol, maíz, col, ají pimiento, boniato y otros cultivos, en todos los casos con rendimientos que superan en Cuba los que se logran con la agricultura convencional.
La diversificación, la integración de cultivos y el uso eficiente de la tierra y de los insumos biológicos caracterizan el trabajo en dicha finca, un buen ejemplo para aquellos productores que aún tienen sus recelos con respecto a la agricultura sobre bases agroecológicas.
Esclarece este avezado productor, también ingeniero químico, que no es cosa de emergencia ni de agricultura de subsistencia. «Es cuestión de alto potencial productivo, a partir del cual se pueden lograr altos rendimientos, cultivar más sano, mejorar nuestros suelos y abastecer de alimentos a la población».
Fernando Donis aprendió de sus padres el valor nutricional de los biofertilizantes, y no se lo pensó dos veces para producirlos a partir de la fermentación de los microorganismos eficientes, técnica basada en la reproducción de los microorganismos del suelo virgen y su activación mediante procesos fermentativos, para posterior aplicación a los cultivos.
Son los únicos fertilizantes que utilizamos aquí en la finca, y para ello recurrimos a las harinas de rocas y otros minerales, y usamos el agua efluente del biodigestor, asegura.
Es tan eficaz que, según él, «todos los residuos de cosecha permanecen en el lugar. Así ocurre con el cultivo de maíz, que proporciona, por cierto, muchísima materia orgánica, tanto la planta en sí misma como su sistema radicular. Está demostrado que la fertilización con el uso de bioinsumos, casi todos desarrollados por nosotros mismos, favorecen el rendimiento productivo y tipifican el trabajo en Cayo Piedra».
Expertos en el tema aseveran que esta finca es el mejor prototipo de la agricultura circular en Matanzas, el «santo reino» de la producción sobre bases agroecológicas, algo que allí se tiene por cosa natural.
Infundidos en esa doctrina circular, él y su familia colocaron, en fecha reciente, paneles fotovoltaicos en la hacienda, lo cual permite el empleo de energía renovable en la casa y afianza el concepto de manejo sostenible.
El destacado agroecólogo admitió que la instalación de ocho paneles de dos metros cuadrados cada uno fue posible gracias al Proyecto Internacional Biomas-Cuba, liderado por la Estación Experimental de Pastos y Forrajes Indio Hatuey.
«Este sistema, además de un calentador de agua solar, nos hace más independientes, pues nos da soberanía energética para todos los gastos del hogar, incluida la refrigeración, clima e iluminación», dijo agradecido.
OTROS EJEMPLOS
Aunque la importancia de la agricultura sobre bases agroecológicas es un hecho notoriamente confirmado, todavía en el país no se logra el impulso deseado, y no siempre los productores atienden las recomendaciones científicas para comprender qué va mejor en sus tierras.
En opinión de Giraldo Martín, el modelo de innovación en el sector agropecuario, en el que la ciencia sea halada por el sector productivo y no a la inversa, cuenta apenas con referentes en el sector estatal y en cooperativas de producción agropecuaria, en las que hoy es muy difícil distinguir una sola empresa o cooperativa que aplique la agricultura circular.
Sembrar con aprovechamiento máximo de todos los recursos a partir de los conocimientos agroecológicos, como sucede en la finca de Cayo Piedra, tiene como metas principales mejorar la calidad de vida de los habitantes del medio rural, lograr de forma integrada la seguridad alimentaria, la soberanía energética y la protección del medioambiente, insiste el investigador.
Entre otros ejemplos (muy escasos aún) dentro del contexto de la agroecología, mencionó los proyectos de las minindustrias, el uso de fuentes renovables de energía –como la fotovoltaica, la de los biodigestores y la gasificación de biomasa para el secado de arroz y la generación de electricidad– y la producción de aceites a partir de oleaginosas cosechadas en las fincas.
Explica que la experiencia en municipios como Perico y Martí, y en otros territorios de la provincia, demuestra que hay productores de vanguardia que también apuestan por la autogestión y la autosostenibilidad energética y alimentaria.
También hay muy buenos ejemplos en Cabaiguán, Taguasco, Sancti Spíritus y Yaguajay, así como en fincas de Manatí y Gibara. Es una vanguardia que, con el apoyo sobre todo de la Estación Experimental Indio Hatuey, y de otras instituciones cubanas, apuesta por la circularidad en el trabajo de la agricultura.
Por lo pronto, estima que prácticas como las de la finca Cayo Piedra devienen resortes de inspiración para multiplicar los ejemplos de agricultura circular, y de tal suerte alcanzar los dos millones de hectáreas sobre bases agroecológicas para 2030, meta de la cual estamos aún muy lejos, reconoce.
Sostiene que, si el país pudiera concretar ese propósito, tendría una disponibilidad equivalente a más de 80 libras per cápita cada mes, entre granos, viandas y hortalizas que, por demás, son productos más nutritivos y saludables, como los producidos por Fernando Donis y su familia.
- Ventura de Jesús/Granma