De Manolo y Celestino, lecciones de vida
Como recordar es honrar, hoy, a 60 años de fundada la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), pienso en el decano de la prensa en Matanzas, Manuel de Jesús García García, Manolo, quien dedicó más de 70 años de su vida a ejercer el periodismo en defensa de las causas justas de los pueblos, comprometido con su tiempo, con cualidades propias y verbo perspicaz.
Manolo defendió a ultranza la modestia que debe caracterizar a un periodista, como algo que no pueden borrar ni a lo largo de una hora, un minuto o un segundo de su vida ejemplar, con una fecunda obra en el periodismo cubano.
Desde sus comienzos en Radio Rialto y el Noticiero La Palabra, sobresalen sus intencionadas y valientes notas contra la dictadura de Fulgencio Batista en El Imparcial y Adelante, sus combates sindicales en la fábrica de Jarcia, su exilio en Costa Rica y México, donde siguió haciendo periodismo.
Manolo García trabajó luego del triunfo de la Revolución en Radio 26, Adelante Revolucionario, como corresponsal del periódico Revolución y colaboró con la televisión en Matanzas, siempre con su magisterio profesional. Y no exagero al decir lo que otros afirmaron antes, Manolo es una personalidad de Matanzas tanto como los poetas José Jacinto Milanés, Plácido, José María Heredia y Carilda Oliver.
Otro grande del oficio y las luchas revolucionarias, Celestino García Franco, deviene paradigma del periodismo cubano en Matanzas y como afirmó Jeidi Suárez en su trabajo en la web de Radio 26: ¨destacó por su celo por la palabra exacta, su olfato de reportero y su periodismo veraz; razón por la que constituye escuela para los presentes y futuros colegas.¨
Maritza Tejera afirmó: “Cele es uno de los mejores periodistas que ha tenido Matanzas en las últimas décadas. Escribía y lograba encantar al lector, de forma que lo que empezabas a leer, lo terminabas. Todos deberíamos tratar de imitar su disciplina -porque jamás llegaba tarde, ni faltaba-; de imitar su profesionalidad, porque cuando terminaba algo, era lo mejor; de imitar su entrega, porque él vivía para el periodismo”.
Estas reflexiones a propósito del aniversario 60 de la UPEC convidan a repensar a Gabriel García Márquez, quien calificó al periodismo como “el mejor oficio del mundo. El periodismo es la profesión que más se parece al boxeo, con la ventaja de que siempre gana la máquina y la desventaja de que no se permite tirar la toalla», aseguró.
En su discurso ante la 52 Asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa, SIP, en Los Ángeles, Estados Unidos el 7 octubre de 1996, García Márquez afirmó que el oficio imponía la necesidad de formarse una base cultural y el mismo ambiente de trabajo se encargaba de fomentarla. La lectura era una adicción laboral. Los autodidactas suelen ser ávidos y rápidos, y los de aquellos tiempos lo fuimos de sobra para seguir abriéndole paso en la vida al mejor oficio del mundo -como nosotros mismos lo llamábamos.
Palabras que parecieran a la luz de nuestros días como dichas hoy: ¨(…) y ahora no se llama periodismo, sino ciencias de la comunicación o comunicación social. El resultado, en general, no es alentador. Los muchachos que salen ilusionados de las academias, con la vida por delante, parecen desvinculados de la realidad y de sus problemas vitales, y prima un afán de protagonismo sobre la vocación y las aptitudes congénitas.
¨Y en especial sobre las dos condiciones más importantes del periodismo: la creatividad y la práctica. No los conmueve el fundamento de que la mejor noticia no es siempre la que se da primero, sino muchas veces la que se da mejor.
«Algunos, conscientes, se sienten defraudados por la escuela y no les tiembla la voz para culpar a sus maestros de no haberles inculcado las virtudes que ahora les reclaman, y en especial la curiosidad por la vida¨.
Ante semejantes Maestros del Periodismo no puedo menos que suscribir sus palabras y sí les aconsejo a los colegas de hoy y de mañana: sean curiosos, indaguen, sientan necesidad de conocer y aprender, no les apene consultar, no crean saberlo todo, no desperdicien tiempo, sean sociables, respetuosos, cordiales, elegantes…
¡Ah, que no les falte un caramelo en el bolso o la mochila porque se suele en esta profesión casi desfallecer! Mientras, sigo orgullosa y sin arrepentimientos de intentar todos los días hacer honor a mis Maestros.
A Manolo y Celestino, una y otra vez para beber e inspirarnos.