Camilo: paladín de la eterna sonrisa (+audio)

Este 28 de octubre, cuando suman 65 los años de su desaparición física, la figura de Camilo Cienfuegos Gorriarián pervive cual testimonio elocuente de valentía, sacrificio y liderazgo sin parangón en la historia de Cuba, símbolo perenne de la gesta revolucionaria antillana e inspirador faro de esperanza para las generaciones posteriores a su existencia.
Nacido el 6 de febrero de 1932 en el seno de una familia obrera en el modesto barrio habanero de Lawton, la lucha por la libertad y justicia social hallaron en Camilo a un ferviente defensor. Así lo evidenció como integrante del movimiento 26 de Julio, donde encabezó acciones combativas decisivas para consolidar el triunfo de enero de 1959.
Su audacia y habilidad militar en recintos bélicos como La Plata, El Uvero, Pino del Agua, Alto del Cojo, Mar Verde y Yaguajay, entre otros, le valieron la estirpe de Comandante del Ejército Rebelde y jefe de la Columna No. 2 Antonio Maceo.
Una vez derrocada la dictadura batistiana, su labor como Jefe del Estado Mayor del Ejército Rebelde fue esencial para la reorganización de las fuerzas armadas cubanas y su firme compromiso con la justicia y la eliminación de las fuerzas represivas que previamente azotaron al país, le llevó a disolver entidades como el Servicio de Inteligencia Militar y el Buró de Represión de Actividades Comunistas.
Asimismo, la marcha de caballería que encabezó junto a su columna invasora el 26 de julio de 1959, en homenaje al asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, y la neutralización de las acciones contrarrevolucionarias en Camagüey, demostraron su profundo sentido de patriotismo y lealtad al proyecto revolucionario impulsado por Fidel Castro Ruz.
Tristemente, el 28 de octubre de 1959, un trágico accidente aéreo a su salida del terruño agramontino truncó la vida de este héroe cubano a la temprana edad de 27 años. La noticia causó una gran ola de conmoción y dolor en una nación que se sabía desprovista de uno de sus más abnegados próceres libertarios.
Hoy, a seis décadas de su partida, el legado del Señor de la Vanguardia subsiste en el alma de este pueblo admirador de su denuedo patrio y entusiasta de su enraizada cubanía, ese que, en tradicional ofrenda, deposita cada año entre flores su cariño y gratitud inagotables al valiente del sombrero alón, al hombre de la eterna sonrisa.