Segunda Declaración de La Habana: soberanía y antimperialismo
Reconocida como uno de los más trascendentales hitos de la historia nacional, la proclamación de la Segunda Declaración de La Habana el 4 de febrero de 1962 devino testimonio del idealismo revolucionario cubano y, principalmente, del constante bregar de la Isla por su dignidad, soberanía y autodeterminación.
Si bien es innegable la influencia de las agresiones a la Isla ejecutadas por bandas contrarrevolucionarias al servicio de la CIA, la expulsión de Cuba de la Organización de Estados Americanos y la posterior ruptura de relaciones diplomáticas de los gobiernos latinoamericanos con el nuestro, a excepción de México, motivaron la aprobación de esta Declaración.
La concurrida Plaza de la Revolución capitalina atestiguó entonces una de las más memorables alocuciones de Fidel Castro, quien no solo ponderó las advertencias del Apóstol respecto a la injerencia y hegemonía del gobierno de los Estados Unidos sobre la Patria Grande, sino que igualmente patentizó la decisión de continuar construyendo el socialismo a pesar de las vicisitudes y la prepotencia del imperialismo en su afán de socavarlo.
Además de agasajar al país por los logros que la entonces naciente Revolución materializaba en la educación, la salud, la cultura y demás sectores socioeconómicos, subrayó la importancia de que cada país tuviera el derecho de determinar su propio destino sin intervenciones externas que menoscabasen esta autonomía.
Asimismo, sus palabras llamaron a enfrentar unidos, cual trinchera de batalla, la agresividad norteamericana, ratificando para ello un claro respaldo hacia otros movimientos de liberación de la región y el mundo, instando a erradicar las prácticas imperialistas de las dinámicas sociopolíticas globales, defendiendo, por encima de todo, los derechos humanos fundamentales y exaltando, entre ellos, la justicia social, la equidad y el fin de la opresión en todas sus formas.
Sin dudas, la Segunda Declaración de La Habana constituye uno de los documentos de mayor relevancia sociopolítica para la Isla, evidencia clara de la proyección latinoamericana, carácter socialista e internacionalista de nuestra Revolución y, principalmente, de su eterno repudio a la injerencia extranjera y el imperialismo.