A 63 años de oficializarse en Cuba la enseñanza pública y gratuita
Con la entrada en vigor de la Ley de Nacionalización de las Escuelas Privadas y la reforma integral de la Enseñanza a partir del 6 de junio de 1961 inició en Cuba una profunda Revolución educacional que de manera paulatina erradicó los lastres de la ignorancia acumulada en la Isla, tal y como lo prometiera Fidel Castro en el Programa del Moncada.
Este fue un acontecimiento de suma importancia en las transformaciones que se acometían en el país, pues esta norma jurídica, de apenas cinco artículos, oficializaba la enseñanza pública y gratuita, autorizaba la adjudicación a favor del Estado cubano de los centros de enseñanza privados y definía las primeras formas institucionales del Ministerio de Educación ( Mined).
La Revolución del primero de enero de 1959 heredó una población cubana de poco más de cuatro millones 300 mil habitantes, de ellos 700 mil analfabetos adultos y unos 600 mil niños de primera infancia que no podían asistir a las escuelas. Había que revertir esa frustrante situación. Se hacía necesario un instrumento legal que abriera las puertas de las instituciones educacionales del país a quienes quisieran entrar, de cualquier estrato social, sin distinción de edad, sexo, raza, credo…y además, diera luz verde a nuevos métodos de aprendizaje y a proyectos más abarcadores como, por ejemplo. los planes de becas para vincular el estudio y el trabajo, construcción de escuelas, en fin, un esfuerzo verdaderamente colosal en aquel entonces
No por gusto 1961 fue proclamado Año de la Educación. Fue en ese mismo calendario que se realizó la Campaña Nacional de Alfabetización, que posibilitó a un millón de cubanos aprender a leer y a escribir.
La Ley de Nacionalización de la Enseñanza marcó un antes y un después. No solo contenía el imprescindible marco jurídico que sancionaba el definitivo fin de la educación privada y de los viejos métodos de enseñanza. Contenía cinco artículos definitorios de los basamentos que en lo adelante regirían en beneficio del pueblo cubano.
Estos fueron, entonces, los antecedentes de la obra que vendría luego: la creación de los círculos infantiles, la formación acelerada de maestros (plan Minas-Topes-Tarará), los planes de seguimiento, las campañas por alcanzar el 6° y el 9° grados, el desarrollo de la enseñanza técnica y profesional, la construcción de nuevas universidades, pues al triunfo de la Revolución apenas existían tres (la de La Habana, la de Las Villas y la de Oriente).
Si hoy Cuba cuenta con un prestigio incuestionable en este sector, reconocido por organismos internacionales, con altas tasas de escolaridad, miles de universitarios preparados en las más disímiles ramas del saber, y con el Programa de Alfabetización Yo Sí Puedo, que benefició a millones de personas en el mundo, se debe admitir con justeza que tuvo sus raíces en esa importantísima ley, cuyo alcance llega a nuestros días.
Aún inmerso hoy en un proceso de mejora constante y de perfeccionamiento, y con las afectaciones ocasionadas por la compleja situación económica y financiera del país, el actual sistema de enseñanza general cubana es un referente de incuestionable prestigio en la región y en el mundo.