De prócer a leyenda: El León de Oriente y de Cuba

Cual ícono de la resistencia anticolonial en Cuba y poseedor de un prominente accionar político-militar, un pertinaz compromiso con la independencia de la nación y un descomunal denuedo en el campo de batalla, José Marcelino Maceo Grajales se ha consolidado como uno de los más reconocidos estandartes de la causa revolucionaria antillana.
Y es que el segundo hijo de Marcos Maceo y Mariana Grajales, nacido el 2 de febrero de 1849, en la finca Las Delicias, cerca de la aldea Majaguabo, municipio San Luis, hizo gala de la honradez, honestidad y amor a la libertad que le inculcaron sus progenitores y que, junto a su destreza con el fusil y el machete, su pericia como jinete y su audacia desmedida, lo convirtieron en un temible guerrero en la manigua.
El joven Maceo se incorporó a la gesta iniciada por Céspedes en 1868 teniendo su bautizo de fuego en Ti Arriba el 12 de octubre y durante los próximos años zonas como El Salado, La Sidonia, Maniabón, La Gloria, El Ermitaño, entre otras, atestiguaron su valentía, a la vez que integró, en 1871, las fuerzas invasoras de Máximo Gómez en la región de Guantánamo.
De igual forma, se destacó por su protagonismo en las acciones combativas de El Rayo, El Zarzal, Mandinga y La Sabana, así como en Montecristo, Cantillo, Gran Tierra y Mesa Grande, entre otras; fue un firme renuente a las turbas sediciosas de Santa Rita y Lagunas de Varona y, junto a su hermano Antonio, descolló su patriotismo cimero en la gloriosa Protesta de Baraguá el 15 de marzo de 1878.
Su grito de «Viva Cuba Libre» junto a Guillermón Moncada y Quintín Bandera el 26 de agosto de 1879 inició la Guerra Chiquita en la parte sur de Oriente, período en que fue ascendido a General de Brigada por su notorio accionar insurrecto y, si bien hizo estancia tiempo después en países como Francia, Estados Unidos y Jamaica, viajó a Panamá para encontrarse con su hermano, con quien regresó a la Isla en la goleta Honor el 1ro. de abril de 1895.
El 5 de julio de 1896, tras un meritorio bregar revolucionario en los años previos, fue herido de gravedad en medio del que sería su último combate, acaecido en Loma del Gato y del que horas después sucumbió en el enclave conocido como La Soledad de Ti Arriba.
La mayor de las Antillas perdió, hace hoy 128 años, a uno de sus más heroicos próceres, a quien en misiva fechada en 1894 el Apóstol calificara de «amigo y hermano» y que la historia honrosa y oportunamente inmortalizó como «El León de Oriente».