12 de febrero de 2025

Radio 26 – Matanzas, Cuba

Emisora provincial de Matanzas, Cuba, La Radio de tu Corazón

El serio ejercicio de hacerse una selfie

Hacerse una simple selfie, editarla, publicarla, puede ser un serio ejercicio de introspección; quizá nos diga quiénes somos y quién queremos ser.
Foto: Tomada de Cubadebate

Confieso que he pecado: he dirigido la cámara del móvil hacia mi rostro, hecho varias fotos, escogido la que más favor me hace, y la he publicado en Instagram, en mi estado de WhatsApp, en las historias de Facebook, solo por el placer narcisista de difundir la imagen de mi propio rostro.

¿Pero verdaderamente he pecado? ¿No habrá venido la tecnología y la facilidad de retratarnos a democratizar lo que antes era una oportunidad de ocasiones especiales, o de gente célebre?

Decimos selfies, y olvidamos la riqueza del significado en español: un autorretrato –si lo aprovechamos bien– nos da la oportunidad de reconciliarnos con muchas cosas: las canas que resurgen invictas por debajo del tinte, las ojeras que nos dejó la trasnochada de ayer, las marcas que empiezan a poner los años en el rostro.

Si, además, nos detenemos un poco en el acto de observar nuestra propia imagen, podemos hasta juzgar si la sonrisa nos ha salido sincera o forzada, si estamos felices en ese momento y circunstancia, si hace falta un cambio, si una persona nos pone radiante o, por el contrario, nos amarga.

Habrá que resistir la tentación de pasarnos tantos filtros para borrar lo que no queremos ver o aceptar, para evitar que terminemos por compartir una imagen de nosotros mismos muy distorsionada, como la de aquellas caras pasadas por cirugía plástica una y otra vez, y que, lejos de parecer más jóvenes, terminan por lucir medio caricaturescas.

Es cruel tratarnos así, falsearnos, no amarnos lo suficiente. En cierto sentido, pasados los años, nuestras selfies serán el testimonio de una evolución, de la historia personal.

Hacerse una simple selfie, editarla, publicarla, puede ser un serio ejercicio de introspección; quizá nos diga quiénes somos y quién queremos ser.

Sin embargo, bien vale usarla con cuidado, no sea que, enamorados de nuestra propia imagen, como Narciso, olvidemos mirar los otros rostros, las otras almas, el paisaje, la vida.

En la época de las selfies, a vanidad debemos sumar generosidad, para nosotros mismos, y para el mundo y todo lo que en él necesita también ser retratado, comprendido, sanado.

. Yeilén Delgado Calvo/ Granma

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *