La ciencia, parte esencial de la soberanía cultural del pueblo cubano

Un año después del triunfo de la Revolución cubana, en la mayor Isla del Caribe existían miles de analfabetos, buena parte de las aulas sin maestros y en las zonas rurales, la situación más crítica, la mayoría de los niños campesinos no concluían la enseñanza primaria.
Pese a ese difícil panorama cultural, Fidel dijo en el 15 de enero de 1960 durante el acto celebrado por la Sociedad Espeleológica de Cuba, en la Academia de Ciencias «El futuro de nuestra Patria tiene que ser necesariamente un futuro de hombres de ciencia, tiene que ser un futuro de hombres de pensamiento».
Lo que por estos días puede parecer una reiteración, no fue más que la voluntad y visión de futuro de un hombre que vio en el desarrollo del capital científico el camino hacia el progreso de una nación que no cuenta con abundantes recursos naturales.
Con ese empeño se realizó la Campaña de Alfabetización, trascendental hazaña a la que siguieron otros programas y proyectos para otorgarle al conocimiento un valor cimero dentro de todos los sectores sociales.
Razón por la que la ciencia cubana dejó de ser elitista para convertirse en un fenómeno de pueblo culto e ingenioso.
Tal es así que Cuba cuenta en el primer cuatro de este siglo XXI con más de 91 mil trabajadores de las ciencias, estimable recurso humano al que se unen quienes hacen ciencia desde las universidades, las empresas de alta tecnología e instituciones científicas del país. Todos ellos además de su aporte en las diversas ramas del saber, siguen el legado de Fidel de educar e instruir al pueblo.
Y aunque científico no puede ser cualquiera, hoy los términos y conocimientos en esta rama forman parte del vocabulario y cultura integral de cualquier cubano. De ahí las posibilidades de interpretar su realidad, debatir sobre algún tema en particular y aplicar las nociones de la ciencia y la técnica con naturalidad.
No es casual la frase popular de que «…en medicina y meteorología, los cubanos se las saben todas». Cualquier hijo de esta Isla antillana conoce tanto de medicamentos como de análisis y equipos médicos. Asimismo pululan quienes durante la proximidad y paso de un ciclón tropical por el territorio nacional, describen su posible trayectoria y hablan de su velocidad y la fuerza de sus vientos como todo un experto en Meteorología.
En el área de las ciencias físicas y la ingeniería eléctrica, es común el dominio y empleo de términos como generación distribuída, pico eléctrico, alto voltaje, fuentes de energía renovable y unidades de medida como el kilowatt.
De igual manera se avanza con pasos firmes del «clic», la navegación en internet, los diseños y gestiones digitales, las redes sociales, y la inteligencia artificial.
La agricultura y el medio ambiente son otros sectores imposibles de distanciar de las ciencias y de su aceptación popular. Tanto que si en 1959 la mayor parte de los hijos de campesinos no alcanzaba el quinto grado, hoy el campesinado cubano habla, y con propiedad, de manejo sostenible de tierras, fertilizantes orgánicos, adaptación y mitigación del cambio climático en ecosistemas agropecuarios y agroecología, entre otros elementos.
Ejemplos como estos demuestran que la celebración del Día de la Ciencia Cubana resulta una ocasión ideal para reconocer además el papel formador de los científicos y la intención explícita de generalizar los conocimientos como parte esencial de la soberanía cultural del pueblo.