Sauto, teatro de 160 años que compite con los mejores de su tipo
Sauto es un edificio que compite con los mejores de su tipo, tanto de Europa como de Hispanoamérica, opinó hoy Alicia García Santana, doctora en Ciencias del Arte, durante una conferencia ofrecida para saludar el aniversario 160 del teatro neoclásico Monumento Nacional, en la ciudad de Matanzas.
La primera prominencia del Sauto tiene que ver con el lugar donde está, con una significación urbana de primer orden, en una ciudad que está unida a un paisaje, ríos, un mar, una montaña, en el entorno de una plaza que se hizo de forma atípica, poco a poco, comentó la profesora.
Está montado sobre grandes pilotes; la construcción fue una obra de ingeniería muy difícil y, sin embargo, este edificio no se mueve, quedó absolutamente bien afincado, bien construido, explicó.
Los teatros de herradura evolucionaron hacia la mayor ligereza posible de su estructura interior y es el Sauto uno de los que ya tienen columnas finas para sostener los palcos de modo tal de que, con menos se pudiere ver más, se pretendía ligereza, poco peso y al mismo tiempo visualidad, argumentó.
García Santana destacó también este jueves cómo en Matanzas, exponente del modelo regular al modo que lo comprendieron los ingenieros militares del renacimiento, se mantiene el techo urbano del centro fundacional de la ciudad del siglo XIX, lo que a estas alturas del desarrollo resulta excepcional, y convidó a prestar atención a importantes edificaciones en peligro como Río 41.
Durante la conferencia El Teatro Sauto: obra cumbre de Daniel Dall´Aglio, ofrecida por García Santana en la Sala Medardo Vitier, del Sauto, la profesora convocó a estudiar hasta dónde llegó la influencia del arquitecto italiano en la ciudad.
Indudablemente hay una huella desde el punto de vista arquitectónico en las construcciones matanceras de la década del 60 del siglo XIX, que pudo ser de manera directa por intervención de Dall´Aglio o porque fue Sauto el que moduló el gusto arquitectónico de esta bellísima ciudad, concluyó.
- Foto de Félix González.
