Aracelio fue una gran preocupación, no solo por las numerosas conquistas que obtuvo para los trabajadores, sino también por el prestigio, la responsabilidad y la autoridad de que gozaba entre sus compañeros. Por ese motivo, y desde que comenzó a afectar los intereses yanquis, su vida corría peligro. Él lo supo, pero mantuvo su firme actitud hasta su muerte.