18 de mayo de 2024

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A 75 años del asesinato del líder sindical portuario Aracelio Iglesias

Aracelio fue una gran preocupación, no solo por las numerosas conquistas que obtuvo para los trabajadores, sino también por el prestigio, la responsabilidad y la autoridad de que gozaba entre sus compañeros. Por ese motivo, y desde que comenzó a afectar los intereses yanquis, su vida corría peligro. Él lo supo, pero mantuvo su firme actitud hasta su muerte.

A 75 años del asesinato del líder sindical portuario Aracelio IglesiasPara las empresas navieras y el gobierno de Carlos Prío Socarrás era preciso desorganizar, corromper, destruir la unidad obrera y al sindicato portuario que con tesón y firmeza había logrado constituir su líder, Aracelio Iglesias Díaz, así como arrebatar a sus trabajadores todas las conquistas obtenidas en la lucha.

Cuando el 10 de octubre de 1948 toma posesión Prío como Presidente de la República anuncia que sus ministros van a colaborar con los trabajadores, pero solo siete días después, el 17 de octubre, matan a Aracelio con quien había tenido una fuerte discusión cuando era ministro del Trabajo en el gobierno anterior.

En esa discusión Prío, en medio de una reunión con representantes obreros sobre mejoras salariales increpó a Aracelio: «Ven acá, ¿tú te crees que eres el dueño de los muelles o qué?», a lo que el militante comunista y líder sindical le replica «¿Y tú te crees que eres el dueño de Cuba o qué carajo?».

Impotente el gobierno, por no poder imponerse a los dirigentes sindicales, al igual que lo hicieron con Jesús Menéndez, ordenó la eliminación física de Aracelio, pero su asesinato no detuvo la lucha, sino que fue un motivo más para continuarla.

En la tarde del 17 de octubre de 1948 un grupo de trabajadores se reunió con Aracelio en el local del Sindicato de los obreros portuarios de la Empresa Naviera de Cuba, en Oficios 259, en La Habana, para elaborar una demanda al Ministro del Trabajo por designar a un incondicional suyo como máximo dirigente sindical del puerto, así como el cese inmediato de los jefes de los interventores en la oficina de control, y el restablecimiento de la situación de derecho, alterada por los gobiernos de Ramón Grau y Carlos Prío.

Terminada la reunión, en el momento en que Aracelio, próximo a retirarse, conversaba con sus compañeros, un grupo de pistoleros arribó de forma violenta y abrió fuego contra él, en cuya espalda se alojaron cuatro proyectiles. Trasladado de inmediato al hospital falleció, con solo 47 años.

Fue conocido que para la criminal acción se pusieron de acuerdo el pistolero anarquista Joaquín Aubí, miembro del Buró de Investigaciones Policiales y agente del G-Men en Cuba, y Eliécer Baudín Vázquez (El Cojo), jefe de los interventores del gobierno en el control de Estibadores y confidente de la embajada estadounidense en La Habana.

Para planificar el asesinato, ambos sostuvieron varias reuniones secretas con Alberto Gómez Quesada, rompehuelgas y traidor, y un grupo de pandilleros encabezados por Rafael Emilio Soler Puig (El Muerto), en el local de la Unión de Dependientes y Trabajadores, en Regla.

Numerosos rejuegos políticos hicieron que los autores materiales del crimen no fueran condenados. Uno de ellos, Rafael Emilio Soler, quien tras el triunfo revolucionario abandonó el país, regresó en abril de 1961 como miembro de un grupo de operaciones especiales de la brigada mercenaria 2506. Fue capturado en Playa Girón, juzgado y condenado por ese y otros crímenes.

Aracelio nació en Pinar del Río el 22 de junio de 1901, en el seno de una familia humilde. A los 15 años se inició como bracero en los muelles San José, en la bahía habanera, y desde entonces comenzó a relacionarse con los obreros portuarios, con quienes compartió inquietudes, conoció las condiciones de explotación a que eran sometidos y se sensibilizó con la aguda situación económica de muchos de ellos. Su llegada coincidió con una enconada lucha por el cumplimiento de algunas demandas laborales.

La combatividad de Aracelio determinó que, en 1938 fuera electo secretario de finanzas del Sindicato de Estibadores y Jornaleros, y más tarde, su secretario general. En enero del siguiente año, durante el congreso constitutivo de la Confederación de Trabajadores de Cuba (CTC), integró el Comité Ejecutivo de esta organización y en 1946 ocupó la secretaría de la Federación Obrera Marítima Local del Puerto de La Habana.

Con su infatigable lucha al frente del sindicato y el apoyo de sus compañeros, arrancó a los patronos importantes conquistas para los trabajadores, entre ellas el establecimiento de las listas rotativas, el aumento de salarios y el descanso retribuido. La labor de Aracelio, negro, comunista y dirigente obrero, preocupó siempre a los explotadores, los representantes de Estados Unidos, y los gobernantes de turno. Por ello, durante el gobierno de Ramón Grau San Martín, la represión al movimiento obrero fue una constante, en particular contra el líder azucarero, Jesús Menéndez, y contra él.

Numerosos y extensos documentos prueban que, desde principios de 1947, los jefes militares y policiales de todo el país recibieron órdenes, indicaciones y circulares dirigidas a detener las denominadas «actividades subversivas», a los «perturbadores comunistas» y a los «propagadores de teorías extranjerizantes».

Aracelio fue una gran preocupación, no solo por las numerosas conquistas que obtuvo para los trabajadores, sino también por el prestigio, la responsabilidad y la autoridad de que gozaba entre sus compañeros. Por ese motivo, y desde que comenzó a afectar los intereses yanquis, su vida corría peligro. Él lo supo, pero mantuvo su firme actitud hasta su muerte.

A 73 años de su asesinato los obreros portuarios, a los que siempre defendió, honran su memoria y su ejemplo.

Granma

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