Las carencias, el malestar y la incertidumbre del período especial aquejaban a la Isla, pero ni siquiera la tensa revuelta que atestiguó el malecón habanero aquel 5 de agosto de 1994, serviría para destrozar la fe de Cuba en su Revolución.
Las carencias, el malestar y la incertidumbre del período especial aquejaban a la Isla, pero ni siquiera la tensa revuelta que atestiguó el malecón habanero aquel 5 de agosto de 1994, serviría para destrozar la fe de Cuba en su Revolución.