Laura Ruiz Montes: “por favor, que nadie me saque de mi error”
Fibras de vidrio tuvo un proceso de alumbramiento de más de 15 años. Se debió mucho a una inquietud que sembró el diseñador, poeta y artista de la plástica Rolando Estévez Jordán en su autora y también al interés de la poeta, ensayista, traductora y crítica de dedicarle un monólogo a Tina Modotti.
La obra acaba de merecer el premio UNEAC de Teatro José Antonio Ramos. “Ganar un premio siempre da muchísima alegría porque es una manera de uno sentir que no lo hizo del todo mal, aunque también los premios tienen una carga de subjetividad muy grande.
“Con esto quiero decir que estos tres jurados pudieron pensar que de los textos presentados el mío era el que merecía ser premiado y puede mañana mismo leerlo otros tres jurados y pensar que no es así; pero siempre estar consciente de que es un reconocimiento al trabajo que una hace y en ese sentido me dio gran alegría y mucha sorpresa”.
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La selección estuvo a cargo de un prestigioso jurado formado por Christian Nelson Medina, Edgar Estaco Jardón y Gerardo Fulleda León, como presidente, pero “yo no soy dramaturga. Tengo una obra de teatro publicada, A ciegas, dos más escritas, guardadas en una gaveta y ahora esta obra que acaba de ganar el premio, pero eso no me hace sentir dramaturga.
“Tengo mucha alegría, pero no es que de pronto me crea la dramaturga, ni que ha sido algo trascendental. Yo soy una poeta a la que a veces el espacio emocional y el de la hoja no le alcanzan y, cuando no me alcanza, me desplazo hacia otros géneros.
“A mi parecer esta es obra es más que todo una especie de un gran poema dramático, que sigue siendo poesía”.
La mayor producción literaria de Laura se ha dedicado a la poesía, pero también ha escrito ensayo, crónicas, críticas de arte, entre otros géneros. Según reconocieron quienes tuvieron a su cargo la selección, en su dramaturgia, el texto de alto vuelo poético e inquietantes posibilidades escénicas, conmueve y despierta imágenes imposibles que pujan por resurgir sobre las tablas.
No obstante sus valores literarios, resalta también la motivación que le dio vida a esta obra. La historia de su creación resulta muy emotiva para la autora, merecedora, entre otros, de los premios Hermanos Loynaz y tres Premios de la Crítica Literaria.
“Hace más de 15 años Rolando Estévez me preguntó si yo no escribiría un texto de teatro, un monólogo, centrado en la figura de Tina Modotti; yo le dije que no me sentía capaz y él me pidió que lo hiciera.
“Investigué mucho entonces, leí mucho, tomé muchas anotaciones y escribí un texto. Creo que era un texto que había que seguir trabajando porque no tenía la fuerza, el vigor para subir a escena y le faltaba mucho.
“Pasó más de una década y lo retomé, lo trabajé de nuevo, pero tampoco quedé satisfecha y lo guardé para cuando tuviera tiempo volver a él. Ese momento fue este año y precisamente, ha sido uno de los textos en los que más he trabajado.
“Se trata de un monólogo sobre la figura de Tina Modotti. Pretende releerla más allá de haber sido el amor, la amante de Julio Antonio Mella, como la mujer que fue, como fotógrafa, como luchadora, como ser humano, con sus heridas, con sus asuntos no resueltos, con sus tristezas, con sus verdades. No sé si en otras circunstancias lo hubiera escrito, quizás sí porque es una mujer que me interesa muchísimo”.
La variedad de tópicos que aborda Laura en su escritura le imprime una riqueza a esa manera directa, coloquial y hermosa de plantearlos. Asuntos como la realidad cubana, la historia, fenómenos sociales como el «bulling» o el suicidio, la familia, el área del Caribe con sus múltiples complejidades, aparecen en su producción.
“A mí me interesan todos los temas. La vida me ha regalado algo que para mí es muy importante porque es lo que me sostiene a diario, en medio de situaciones difíciles, de vicisitudes de todo tipo, tanto las personales como las provocadas por los momentos que actualmente vivimos en Cuba, y es la curiosidad.
“Soy una persona muy curiosa y entonces todos los temas me interesan, lo que tal vez no estoy apta para tratar todos en mi literatura, porque de todo uno no sabe. Creo que la vida no alcanza para aprender y para aprehender, en el sentido de asir, de coger todo lo que uno quisiera retener y saber.
“Los temas van saliendo porque hay etapas en las que me interesan más las lecturas sobre historia, que es de lo que soy graduada en la Universidad, hay etapas en las que me vuelco completamente al estudio de la literatura y la historia caribeña, otras en las que me dedico a leer libros escritos sobre o por mujeres. A mí me interesan todos los temas y luego esos temas van destiñendo sobre lo que yo pueda escribir”.
Con una obra reconocida en cuanto a la escritura, la edición, la traducción y la crítica, Laura considera que le falta mucho por hacer dentro de su creación artística.
“Quiero creer que sí porque quiero seguir trabajando y, si puedo aportar algo que tenga sentido, que no sea reiterativo, sino que tenga algún punto de novedad, que pueda arrojar alguna luz o modificar a alguien en algún sentido, sentimiento o manera de pensar, seguiré haciéndolo.
“Sí, me falta mucho por hacer y si yo me guiara por los deseos que siento todos los días tuviera un tema nuevo y lo digo sin vanidad. Es lo que pasa cuando se tiene curiosidad.
“Lo que luego hay que tener sentido común y darse cuenta de que hay que dedicar tiempo a todo porque la escritura, la traducción, la crítica, el ensayo, todo lleva tiempo, al menos en mi caso lleva tiempo: lleva el tiempo de la investigación, el de la reflexión, el de la escritura y un largo tiempo de revisión.
“Pero sí, quiero creer que me falta muchísimo por hacer porque eso también le da fuerzas a mi vida. Y si no es así, por favor, que nadie me saque de mi error”.
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Y es que Ruiz Montes no se detiene. En el remanso de paz que es su casa, junto a su madre, en la Calzada de Tirry, nunca deja de crear. “Soy una de esas personas que lee varios libros a la vez. Puedo tener en un banco que tengo al lado de mi mesa de noche una novela, un libro de ensayos, varios de poesía, libros de crítica y revistas.
“Entones voy alternando estas lecturas y, simultáneamente, las escrituras. El poder tener distintos proyectos a la vez me ayuda mucho a combatir la ansiedad que vive dentro de mí.
“Debe salir, si todos los santos de todos los panteones ayudan, un cuaderno mío de poesía el año próximo, que se llama Agua en canasta; una antología de poesía de tema negro y afrorreligioso desde el siglo XVII hasta el XXI, que trabajé en colaboración con el poeta, narrador y ensayista Milho Montenegro”.
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A ese empeño por entregarse a la literatura con imperturbable pasión se deben también su dedicación a proyectos como un libro de ensayos sobre autoras caribeñas y las crónicas que mensualmente publica en una sección del periódico Girón, de la provincia, las cuales, confiesa, quisiera luego agruparlas en un libro.
A estos se unen un texto de entrevistas a autoras sobre temas varios relacionados con la literatura escrita por mujeres y la escritura de otro libro de poesía, así como su trabajo como editora en Vigía. “Estoy editando un maravilloso libro de relatos de Margarita Mateo que se llama Escritura sin rumbo que debe salir el próximo año.
“Como todos los trabajadores de Ediciones Vigía, estoy avocada hacia el Festival por el 40 aniversario de la editorial en abril de 2025”.
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Cuando Laura Ruiz Montes escribe asume el riesgo de que las ideas se conviertan en obsesiones, mientras ella, resignada, queda nuevamente inmóvil e indefensa a la orilla de una línea. Se sienta a la mesa dispuesta a culminar la obra para gozar de una paz de espíritu solo posible luego del punto final.
Pero, bien lo sabe, es interminable el oficio de bailar entre las letras y será la eterna prisionera del camino que eligió, entre poesía, teatro, ensayo, crítica, traducción y edición. Nosotros, felices de que el matrimonio con las palabras sea hasta el fin de los días.