De Matanzas me han dado un recado

César Reyes Manso, director de la Oficina de Inspección Estatal en Matanzas, nos explica en la siguiente entrevista cuáles son los peligros de hacerlo.

Su experiencia y supongo que bastante suerte le acompañaron para poder sobrevivir la aventura, aunque esta queda como un ejemplo de los peligros que implica la navegación en embarcaciones poco seguras, como esas que a diario vemos en la rada yumurina.

No obstante, hay quienes aspiran a trasladar la institución a otros predios. Que desconocen los argumentos que ofrecen personas que dedicaron parte de sus vidas a investigaciones históricas que prueban que sí, que el desafío efectuado en ese pedacito de tierra yumurina el 27 de diciembre de 1874,  fue el primero de carácter oficial en nuestro país.

Y con ganancias, según me explicó Leonel Lemus, líder del proyecto de desarrollo local, “a lo chino”, tratando de vender mucho, pero con bajos precios. Que, por cierto, no se parecen en nada a los de otros vendedores que en gran cantidad rodean el Pediátrico yumurino.

Inspírense en ellos otros que se mueven incluso en vehículos estatales y que casi nunca “van para allá”. O que se desvían a la calle de Río para evadir a los inspectores y no tener que hacer por obligación lo que debía ser un simple y muy poco costoso acto de solidaridad.

A favor o en contra, ya nos acostumbramos a ella y allí sigue contemplando la bahía, sufriendo los vientos del norte y añorando las naos españolas. ¿O esperando ver entrar el buque con el gas licuado…?

Hay que decirlo, algunos fuimos escépticos con los resultados, pero en ocasiones es cierto que la realidad supera a la ficción. Narváez se apropió del papel de centro de reunión de los matanceros que siempre tuvo el parque de la Libertad.

Ojalá alguien tome parte en el asunto y dejemos de verlas sobre las aceras de esta Matanzas confusa que algunos no se atreven a pintar.